Con una de las tasas de inflación más altas del mundo (183% de acuerdo
con cifras oficiales) y un desempleo que ronda el 50%, Venezuela vive desde
hace varios años una profunda crisis social y económica, que ha desencadenado
la corriente migratoria más grande de los últimos 50 años, convirtiendo a más
de 5 millones de venezolanos en refugiados y/o exiliados a lo largo de América
Latina, Estados Unidos y Europa.
Una difícil situación que, además, ha
empeorado las condiciones de vida de la personas con habilidades distintas,
quienes por su condición física, mental o económica, no sólo tienen que
enfrentar -incluso- mayores obstáculos que el resto de sus compatriotas a la
hora de buscar nuevas oportunidades por fuera de su país, sino que, además,
tienen que padecer a diario las dificultades propias del actual contexto
social, relacionadas con la escasez de empleo, el desabastecimiento de
productos básicos, los continuos cortes de energía y hasta una pobre
infraestructura en las ciudades que les impide movilizarse dignamente.
De acuerdo con Eduardo Frontado
Sánchez, experto en temas de inclusión y quien padece una parálisis cerebral,
además de los problemas estructurales que padece Venezuela, existen varios
elementos puntuales que afectan en mayor medida a esta población, relacionados
con el control de divisas, la falta de medicamentos y la migración de buena
parte del personal médico. “En mi caso particular, antes de 2016, tenía acceso
gratuito a un medicamento importado desde Colombia llamado ‘Toxina Botulínica’
que me permitía, entre otras cosas, aliviar la rigidez muscular de mi cuerpo
causada por la parálisis cerebral. Infortunadamente, la mayoría de estos
convenios internacionales hoy en día ya no existen, por lo que personas como yo
debemos importar desde el exterior los medicamentos que necesitamos para
sobrevivir, teniendo que costear por nuestra cuenta su valor total en dólares,
sin mencionar los engorrosos trámites que debemos surtir debido al rígido
control cambiario que existe desde hace varios años en Venezuela”.
Una población casi
“invisible”:
Lo primero que salta a la vista cuando se habla de la
población con discapacidad en Venezuela, es la falta de cifras y/o estadísticas
oficiales actualizadas, ya que el último Censo realizado en el país data de
2011 (es decir hace exactamente diez años). En ese entonces, 1.454.845 personas encuestadas
manifestó tener al menos una discapacidad (5,3% de la población). Sin embargo,
de acuerdo con la opinión de varios expertos y analistas, el Instituto Nacional
de Estadística (INEI) incurrió en graves errores al momento de realizar el
empadronamiento que impidieron conocer datos más específicos de esta población,
como tipo de discapacidad y ubicación geográfica en el país, lo cual hubiera
servido para diseñar políticas públicas más efectivas para atender las
necesidades de estas personas.
Un concepto que también
comparte Eduardo Frontado, quien, además, asegura que otro de los grandes
problemas que impide conocer la realidad y las demandas de esta población, es
la falta de articulación de los 13 organismos oficiales que hoy en día tienen
que ver con las políticas públicas y con responsabilidades en materia de
discapacidad en Venezuela, ya que cada uno maneja sus propios datos y cifras,
incluido el Carnet de la Patria, que tiene registradas a más de 700.000
personas con habilidades distintas
percibiendo este beneficio.
“En Venezuela, el acceso
a los servicios y/o beneficios reservados para la población con discapacidad,
se otorgan en función de los intereses políticos del Gobierno, más no por
cuenta de los diferentes tratados y convenciones internacionales que protegen y
garantizan la dignidad y los derechos humanos fundamentales de las personas
como yo en todo el mundo. Esto, debido a que para acceder de manera más o menos
rápida al ‘Certificado de Discapacidad’, primero debes contar con el denominado
‘Carnet de la Patria’, lo cual no solo es arbitrario e injusto, sino,
profundamente discriminatorio”, afirma Frontado.
Según la Organización
Mundial de la Salud, se estima que actualmente hay 4.500.000 personas con
habilidades especiales en Venezuela, las cuales representan casi el 15% de la
población total del país.
“Apagones”, otro dolor de cabeza:
Si a nivel estadístico
el panorama es confuso, desactualizado e incompleto, en materia social y
económica no es más alentador. Por el contrario, además de los serios problemas
estructurales que padece Venezuela (como el desabastecimiento, hiperinflación,
desempleo, etc.) hay elementos puntuales que afectan de forma más directa a las
personas con discapacidad y que las expone, incluso, a situaciones de mayor
vulnerabilidad a las habituales.
Una de ellas son los
continuos “apagones” que en 2020 dejaron sin energía a más de 20 millones de
hogares venezolanos en más de 10.210 ocasiones, según reportes de prensa. Estas
interrupciones en el suministro eléctrico impiden, por ejemplo, que muchas
personas como Eduardo puedan desempeñar sus obligaciones diarias, ya que debido
a las escasas opciones de transporte para movilizarse por la ciudad, su único
elemento de trabajo y de conexión con el mundo exterior es el computador o en
el mejor de los casos el teléfono celular.
Además del suministro
eléctrico, los cortes de energía también generan interrupciones en el
abastecimiento de agua, dado que el sistema requiere de electricidad para mover
los motores que transportan el recurso hídrico, agravando la escasez de
suministros básicos, que si bien afecta directamente a toda la población en
general, tiene mayor incidencia en las personas con cualidades diferentes pues
estas, en su gran mayoría, no pueden valerse por sí mismas sino que dependen de
un tercero para sobrevivir.
Es así que, sin señal en
sus teléfonos ni internet en los computadores, muchos venezolanos con
discapacidad se ven obligados a pasar los días encerrados en sus casas, una
situación que aunque lamentablemente no es nueva para ellos, cobra un color
todavía más oscuro cuando no tienen un acceso digno a elementos tan básicos
como el agua y la comida.
“En mi caso
personal, por un tema de logística, debo tener en mi apartamento dos tanques de
agua para solventar los días que no cuento con el servicio, pues en la
urbanización donde vivo solo tengo acceso al agua tres días a la semana, y por
temas de movilidad, es muy difícil para mi trasladarme a otro lugar para
realizar mi aseo personal”, asegura Eduardo.
Como si esto fuera poco,
esta compleja situación se ha visto agravada desde el inicio de la pandemia,
que acabó prácticamente con los tímidos avances que había adelantado el país en
los últimos años, en materia de acceso a la educación primaria, secundaria,
técnica y profesional, y también a oportunidades de empleo dignas.
Consideraciones finales:
De acuerdo con la
organización Red Venezolana de OSC, la pobreza en Venezuela cobija actualmente
a casi el 80% de la población, por lo cual, se puede decir que el rostro real
de la pobreza en el país bolivariano, asociado a la discapacidad, se expresa
como una fotografía colectiva, donde perfectamente se pueden ubicar las
personas con habilidades distintas.
De esta manera, aunque
las cifras oficiales no lo evidencien (pues estas brillan por su ausencia) solo
basta con mirar a la realidad, para darse cuenta que cada vez más personas con
discapacidad integran las largas filas al frente de los supermercados,
establecimientos comerciales y taquillas bancarias, en busca de alimentación,
medicamentos y hasta dinero en efectivo ante las dificultades para usar los
cajeros automáticos.
“Para una persona con
habilidades diferentes, vivir hoy en día en Venezuela, representa no solo una
enorme capacidad de resiliencia sino, también, de ingenio, pues debes
ingeniarte mil maneras diferentes para sobrevivir una vez pones el pie en la
calle, ya que lamentablemente, estamos supeditados a vivir de acuerdo a las
mínimas condiciones que nuestro país nos ofrece. Incluso, estando en casa, los
retos son aún mayores, pues además de lidiar con la escasez de comida y de
medicamentos, tenemos que soportar los continuos cortes de energía que nos
incomunican con el mundo exterior. En mi caso, aún teniendo cuatro formas
diferentes de conectarme a Internet, debo regularmente trasladarme a lugares
alternativos que me garantizan una conexión estable a la red, para poder
cumplir con mis obligaciones laborales. Hace unos años, cuando acuñé la frase
‘buscar las oportunidades hasta en las adversidades’, jamás imaginé que esta
cobraría tanto significado como ahora”, concluye Frontado.
Eduardo Frontado
Sánchez es Licenciado en Comunicación Social, con Mención en Comunicaciones
Publicitarias, de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) de Caracas, Venezuela.
Además, tiene una Maestría como Especialista en Desarrollo Organizacional de la
misma alma mater. Al nacer, fue diagnosticado con parálisis cerebral,
enfermedad que no le impidió disfrutar de una vida digna y de una educación de
calidad. Por el contrario, se convirtió en una motivación para salir adelante y
desarrollarse profesionalmente, al punto de que hoy en día es un reconocido
conferencista y motivador en su país, donde ha trabajado para algunas de las
más importantes empresas en las áreas de adiestramiento y selección de
personal, consultoría organizacional, mercadeo y administración. Convirtiéndose
en todo un referente en temas de inclusión laboral para personas con
discapacidad. “El ser humano debe ser del
tamaño de sus sueños. La clave del éxito de las personas debe ser siempre
buscar oportunidades hasta en las adversidades”.